Organiza tus eventos al aire libre sin preocuparte por el clima

Organiza tus eventos al aire libre sin preocuparte por el clima

Hace unos meses, me animé a celebrar una fiesta de cumpleaños en mi jardín y me encontré con el miedo de que el pronóstico anuncia lluvias dispersas. Al buscar alternativas, me topé con el alquiler jaima en Lugo y me sorprendí al descubrir la variedad de opciones disponibles. Me habían hablado de carpas, toldos y lonas, pero las jaimas tienen cierto encanto que añade un toque exótico a cualquier reunión. En mi caso, fue la salvación perfecta para no terminar con los invitados corriendo a refugiarse cada vez que caían cuatro gotas.  

Me di cuenta de que, en lugar de suspender mis planes, podía transformar el espacio exterior en un lugar acogedor y protegido. Me bastó con contactar a una empresa especializada para entender las diferencias entre los distintos modelos de jaimas que ofrecían. Me explicaron que una de las claves era escoger la dimensión adecuada según el número de personas, el tipo de mobiliario que pensaba colocar y si necesitaba dejar espacio para bailar o improvisar un pequeño escenario. En mi caso, buscaba algo funcional pero con un toque elegante, ya que mi idea era colocar mesas de cóctel y una zona de estar con sofás bajos.  

Lo que más me sorprendió fue el material de las lonas, porque yo temía que resultaran endebles ante las típicas ráfagas de viento que a veces soplan en la zona. Sin embargo, me aseguraron que la estructura estaba fabricada para resistir esas condiciones, siempre y cuando se anclara de forma apropiada. Cuando vi cómo instalaron la jaima, entendí que aquello no era simplemente un techo improvisado, sino una construcción efímera pero sólida, con tensores y soportes metálicos capaces de permanecer en pie aunque el tiempo se pusiera caprichoso.  

Me gusta pensar que, más allá de la protección contra la lluvia, la jaima creó un ambiente distinto, casi mágico, que sorprendió a mis invitados. La iluminación jugó un papel fundamental. Decidí colocar luces suaves que colgaban de la parte superior, dándole un toque íntimo. Algunos aprovecharon para hacerse fotos aprovechando la atmósfera tan particular, y creo que ese factor sorpresa hizo que muchos recordaran el cumpleaños de forma especial.  

Conversé con la empresa de alquiler jaima en Lugo para entender también los precios y el proceso de montaje y desmontaje. Pensé que sería un follón tener que estar pendiente de mil detalles, pero la logística resultó más sencilla de lo esperado. Se encargaron de todo y, en un par de horas, ya tenía el armazón listo y la lona colocada. Cuando me quise dar cuenta, el jardín parecía un mini oasis en plena ciudad, aislado de la intemperie y del ruido exterior.  

He aprendido que la elección de la jaima no se limita a eventos familiares. Pude comprobar que mucha gente las utiliza para bodas al aire libre, ferias, presentaciones de productos y hasta mercadillos artesanales. La versatilidad radica en que uno puede optar por diferentes configuraciones, desde algo pequeño y coqueto hasta una gran estructura en la que quepan varias decenas de personas. Además, se pueden personalizar con cortinas laterales o paneles transparentes que permiten ver el exterior sin que el viento o la lluvia afecten a los asistentes.  

Reconozco que, antes de mi experiencia, pensaba que las jaimas eran solo para ambientes desérticos o festivales hippies. Ahora veo que se adaptan a casi cualquier idea que uno tenga en mente, siempre que exista un terreno suficiente para su instalación. Me confesaron que el único requisito indispensable es contar con un suelo plano, o al menos que se pueda nivelar lo bastante como para que la estructura no quede inclinada. Otro detalle que me fascinó fue la posibilidad de instalar calefactores portátiles si la temperatura descendía demasiado, algo que me pareció ideal para eventos en pleno invierno.  

La posibilidad de crear distintos ambientes en un solo espacio me resultó tremendamente útil. Pude destinar una zona para la mesa de aperitivos, otra para el photocall, y un rincón más tranquilo para quienes preferían charlar sentados. Me divirtió jugar con la distribución y ver cómo el área cubierta se integraba con el jardín. Incluso dejé algunas plantas en macetas dentro de la jaima para que no se perdiera esa sensación de estar al aire libre.  

El resultado fue una fiesta donde nadie tuvo que preocuparse por la humedad ni por mancharse los zapatos en el césped mojado. Disfruté viendo a la gente pasear de un lado a otro con total libertad, sin renunciar al contacto con la naturaleza. A pesar de la fina llovizna que nos acompañó varias veces, todo quedó a salvo bajo la carpa, y el único sonido que se escuchaba era el de las gotas cayendo sobre la lona, algo incluso relajante en medio del bullicio.  

Me alegro de haber descubierto lo que una jaima puede aportar a un evento. Esa fusión entre protección y decoración cambió por completo la atmósfera de mi celebración, y estoy segura de que me animaré a repetir la experiencia en el futuro.

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