Mi debilidad 

Mi debilidad 

Tengo varias debilidades culinarias, si les hiciese caso a todas no entraría por las puertas, así que tuve que decidirme por una. Quitarlas todas lo veía demasiado duro y moderarlas todas no iba a funcionar porque no tengo mucha fuerza de voluntad. Cuando dejo algo, lo tengo que dejarlo del todo, si no, no funciona. Y entre todas mis adicciones culinarias, me decidí por el helado. 

Me pareció la decisión más inteligente por varias razones. Por un lado, no como helado todo el año. Aunque sé que, en otros países, como los nórdicos, consumen helado en todas las épocas, aquí en España solemos dejar el helado para el buen tiempo. A mí, al menos, es cuando más apetece, y eso que me gusta mucho, pero no me veo comiendo un cucurucho de fresa con 5 grados en la calle. Por eso elegir el helado me pareció una buena opción porque al menos solo lo como en momentos muy concretos.

Pero, eso sí, en cuanto llega la primavera me lanzó a la ciudad a descubrir nuevos sabores. Y es que se están poniendo de moda las heladerías artesanales. Bueno, en realidad, todo lo artesanal está de moda. Conozco un Proveedor de helados que fabrica él mismo y, además, sirve a otros locales. Y por la amistad que tengo con ellos sé que todo el proceso es puramente artesanal. A pesar de que esto supone un mayor coste del producto, el hecho de que los consumidores admitan pagar un poco más por un producto artesano, local y de primera calidad, hace que su negocio esté alcanzando grandes niveles de rentabilidad que, tal vez en otra época, no se hubiera conseguido.

Y como yo soy un excelente gourmet si se trata de helados, este Proveedor de helados me envía de vez en cuando como globo sonda a probar en la competencia. Y debo decir que estoy descubriendo verdaderas obras maestras, sobre todo de las heladerías italianas, verdaderos magos si se trata de elaborar helado artesanal. Por suerte para mi figura, en octubre llega otra vez el frío y echo el cierre.

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