Seis meses trabajando en casa son muchos meses. Aunque en el pasado ya había tenido alguna época de teletrabajar, nunca había estado tanto tiempo seguido en casa. Entiendo que para otros trabajadores con niños y/o que viven muy lejos de sus oficinas, el teletrabajo sea una opción recomendable, pero para mí, que vivo solo y a unos 15 minutos de la oficina, es un poco diferente. Por eso, cuando por fin permitieron que buena parte de los trabajadores pudiéramos volver a la oficina, yo me alegré. Pero la oficina ha cambiado…

Algo había leído en los chats, pero hasta que no llegué no lo pude comprobar: son las cosas del Covid. Han tenido que adaptar la oficina a las normativas, haciendo algunos cambios que no sé si serán del gusto de todos. Distancia, nuevos sistemas de ventilación, menos contacto entre trabajadores, etc. ¡Si hasta la decoración ha cambiado! Han quitado algunas cosas, al menos yo noto la oficina como mucho más diáfana. Y se había dicho que iban a comprar estores para las ventanas para graduar de otra forma la iluminación.

Tal vez haya un poco de histeria con las normativas y no sé hasta qué punto todas estas cosas pueden minimizar los contagios. Es decir, hay normas que son de sentido común: si nadie entra en contacto con nadie es mucho más difícil propagar el virus. Pero no hay que olvidar que el trabajo en una oficina se ‘inventó’ precisamente para que los miembros de una organización pudieran trabajar en equipo. 

De cualquier forma, estos primeros días han sido bastante tranquilos. Todos venimos muy concienciados y hasta con algo de miedo. Y algunas cosas son positivas para crear un mejor ambiente. Lo de comprar estores ha sido un acierto porque crea una sensación agradable en la oficina. Y la distancia entre las mesas tampoco está mal: yo me concentro mejor con mis compañeros un poco más lejos… aunque suene mal decirlo. Veremos si dentro de unos meses todo esto ha servido para algo y nos dejamos ya de tantas oleadas, que al final nos vamos a ahogar.